Resaltando el Cesar y Norte de Santander
Por:Steeven Andrey Zuleta Ropero
En el corazón del trópico seco del Cesar se encuentra Pailitas, conocido popularmente como el “pueblito curioso”. Este municipio, situado en la región centro-sur del departamento, se caracteriza por su calidez, no solo en el clima, sino también en la hospitalidad de su gente.
Pailitas es un lugar donde la amabilidad y la sonrisa son la norma y donde las tradiciones se entrelazan con la vida cotidiana. Los habitantes de Pailitas tienen un acento inconfundible, una manera de hablar que refleja su identidad y orgullo cultural. Las costumbres religiosas, profundamente arraigadas, son parte esencial de su vida comunitaria y de sus festividades. La música, que siempre está presente en cada esquina, resuena con el sonido alegre de las personas y las celebraciones populares. Las festividades locales, vibrantes y coloridas, reúnen a toda la comunidad en torno a la fe, el folclor y la alegría.
La gastronomía, influenciada por su cercanía a otras regiones, es rica y variada; las famosas «pailas paneleras» no solo dan nombre al municipio, sino que representan una parte de su historia y tradiciones culinarias. Los Ocañeros, llegados desde el noreste de Colombia, han encontrado en Pailitas un segundo hogar, llevando consigo sus propias costumbres y contribuyendo a formar un pequeño terruño norte santandereano en tierras más cálidas.
Todo esto convierte a Pailitas en un lugar único, donde las costumbres se mantienen vivas y la historia se teje día a día con el esfuerzo de su gente. Y es que no podemos negar que Pailitas es un lugar ameno a las personas que llegan, puesto que por ser un sitio por el cual pasa una ruta nacional importante, la mayoría de sus habitantes pueden encontrar una fuente de ingresos, gracias al comercio generados por sus visitantes o conductores que deben parar por esta zona, haciendo que todos se vean obligados a buscar que ofrecer o vender a estas personas, ya sean productos de materia prima y materias secundarias, generando un impulso emprendedor en las personas que habitan este hermoso municipio.
Por otro lado, esto también puede ser contradictorio, debido que muchos jóvenes aspiran a un poco más que lo que el comercio puede brindar y es esta una de las razones por la cual muchos buscan emigrar a otros municipios aledaños o inclusive mucho más lejos, como es el caso de Ocaña que, en busca de oportunidades de estudio intentan ser profesionales idóneos para el crecimiento personal y el bienestar de sus familias.
Los frutos de la educación
Municipios como Ocaña son perfectos para este tipo de jóvenes, encontrando en este lugar comodidad y más accesibilidad a sus metas, como es el caso de Carmen Rosa Chona León, quien encontró su vocación en enero de 2001 en la Universidad Francisco de Paula Santander Seccional Ocaña, donde tuvo la dicha de poder empezar la carrera de Ingeniería Civil, “por limitaciones económicas no pude estudiar en otro lado, da la casualidad que un amigo me comento acerca de Ocaña y su universidad pública y era una vida relativamente económica” Dijo Carmen Rosa Chona en entrevista.
Pero esta dicha no fue para siempre, dado que se encontraba con el mismo problema de oportunidades y es así que luego de unas vacaciones disfrutando de la frescura de la quebrada del pueblo, se vio obligada a partir hacia Ocaña de nuevo gracias a un puesto de trabajo que supo aprovechar y le ha permitido vivir 13 años con mucha más tranquilidad.
La violencia cambia vidas
No obstante, no todas las historias son de los jóvenes y de sus formas o motivos por los que se ven en la situación de salir de su tierra natal, podemos apreciar cómo algunas personas, llegan de otras partes en busca de una reivindicación al Cesar y más exactamente al municipio de Pailitas, y es por eso que contar la historia de Jesús del Carmen Trillos es importante para entender cómo estos territorios se vuelven parte importante del departamento.
Jesus del Carmen es un señor oriundo del municipio del Carmen Norte de Santander alude que “llegué primeramente a la mata donde trabajé unos años y conseguí mi casa en Pailitas, 90.000 pesos pagué en ese entonces”. Ranchito como lo dice él, se encontraba en condiciones para vivir, pero con esfuerzo y como acto de agradecimiento, hizo pequeños ajustes para su comodidad y así descansar tranquilamente, además de agregarle un toque más personal a su nuevo hogar.
Hogar que luego de brindarle techo, en el año 2000 fue arrasado por una avalancha, catástrofe natural que obligó a don Jesús a vender su pequeño lote por el valor de 1 ‘300.000 pesos colombianos e intentar buscar un nuevo hogar donde rehacer su vida. al poco tiempo encontró un nuevo hogar donde actualmente vive plácidamente sin ningún altercado y dice que él es feliz al vivir en una tierra tan sublime.
¿cuál es el motivo por el que decidió salir de su pueblo y vivir en Pailitas? Si, Jesús del Carmen tomó la decisión de dejar la tierra que lo vio nacer, y crecer algunos años, a causa la violencia que desde hace mucho tiempo atrás azota a gran parte de la población colombiana.
Pailitas acogió a Jesús del Carmen cuando solo era un niño, dándole la oportunidad de crecer en un ambiente sano y brindando una niñez extraordinaria, borrando su pasado que empezó de manera ruin y desprolija, pero fue en este municipio donde aprendió, que no todo es negativo, que a pesar de las altas y bajas que nos acostumbra la vida, debemos ver con ojos de bondad lo aprendido en el camino, porque si algo nos enseña la vida misma, es que el camino se construye al transitar por él, las personas de estas regiones están acostumbradas a sobrellevar las cargas que nos impone la sociedad, y la resiliencia del señor Jesús del Carmen es motivo para no dar marcha atrás, es dar el paso hacia adelante y nunca bajar los brazos.
Volver a su querido terruño
En la vida siempre hay un vaivén presente, tanto en oportunidades laborales como situaciones en la cual terminan inmersos en un lugar que quizás en su momento no consideraban o no existía en ese proyecto de vida. Angelina Picón Carrascal, una ocañera de cepa, tomó rumbo hacia el cesar, Criada desde pequeña en barrios aledaños y tradicionales de Ocaña, El palomar y Tacaloa exactamente, venidera de una familia humilde y trabajadora, se formó aquí mismo, en la Universidad Francisco de Paula Santander – Ocaña.
En la década de los 80’s, una época marcada por la guerra, un autoritarismo predilecto por las guerrillas de aquel entonces, llegó esta mujer con una maleta llena de esperanzas para lograr lo que hasta el día de hoy sigue haciendo y sosteniendo, una ardua tarea de labor social, ayudar al progreso, educar, marcar un antes y un después en las personas que por medio de sus conocimientos matemáticos, llegó a miles de estudiantes a marcarles la vida de una manera alegre, como ella misma se caracteriza como buena Ocañera. “en Pailitas me conocen por mi vocabulario jocoso y mi forma Ocañera de hablar” Resalta Angelina Picón Carrascal ex profesora de la institución educativa Rosa Jaimes Barrera.
Retornar luego de 33 años no es para nada fácil, indica Angelina Picón Carrascal. “renunciar, irme del todo para Ocaña nuevamente fue muy difícil, fue dejar todo lo que construí allá”. Las costumbres por momentos se posponen, pero también se necesita salir de su zona de confort para explorar otras medidas y distraer la mente, como imaginar un prado completamente verde y amplio, lleno de flores, o como ella lo hace ahora, sembrando y regando árboles en el parque principal de su barrio, El parque la Tacaloa; también ayudando a los perros sin hogar dándoles de comer y brindándoles un hogar de paso, una labor completamente diferente que fue enseñarle sus conocimientos a los demás pero esta vez dando una mano desde otro puntos de la vida, pero igualmente ejerciendo labor social.
Desde otro ámbito, volver a la tierra natal, el lugar que nunca se olvida, que queda marcado y arraigado en el corazón, siempre espera con brazos abiertos a recibir las buenas nuevas, el traer todas esas experiencias convertidas en historias para los allegados y familiares no es más que gratitud inmensa, al deleitar los oídos con historias de lugares exorbitantes e inimaginables y que quedarán marcados para siempre en los corazones de estas personas.
Así, con estas grandes historias de esfuerzo, valentía y dolor quizá… Estas son unas pocas de esas personas que, en nuestros dos grandiosos departamentos de Colombia, se resalta el agradecimiento que da cada una de ellas por haberles permitido estar viviendo o haber vivido por un tiempo, ya sea largo o corto y poder disfrutar de sus paisajes, su gente, su economía y demás.