domingo, diciembre 22, 2024
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Los Males de mi Tierra

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La injusticia se abre camino en medio de una fiesta patronal, como efecto de una guerra dónde la desolación consume a quienes la viven.

Por: VALERIA CARRASCAL

El rojo de la bandera colombiana simboliza la sangre derramada por aquellos héroes en el proceso de independencia, pero hoy refiere a las lágrimas de una región entera, pues sus caminos se han teñido color carmesí gracias a un conflicto que ha asolado a El Catatumbo durante 60 años, adornando sus cielos con las almas de aquellos que son injustamente asesinados, reemplazando el cantar de la naturaleza por la explosión de pólvora, y los gritos y cánticos de júbilo por el desgarrador sollozo de sus habitantes, que claman paz entre la guerra.

Alexander Botello, alcalde del municipio de Convención, había anunciado las festividades por los cumpleaños del pueblo hacía unos meses, en un 6 de noviembre que se esperaba sería una gran celebración pues 195 años de historia no pasan desapercibidos. Mientras el tan ansiado día llegaba, el gobierno cortó negociaciones con los grupos armados de la zona, desatando la furia en los cabecillas y líderes criminales, dando pie a una matanza que no ha parado, y cada día cobra la vida de muchas personas.

En los meses anteriores al 6 de noviembre, las tensiones entre El Ejército Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), habían alcanzado picos sin precedentes, y como si de una carrera por la supervivencia se tratase, las acciones armamentísticas de ambos lados dieron inicio; durante los días venideros, el sonidos de armas de alto calibre y explosiones se había convertido en la nueva normalidad, los carros de las calles habían sido reemplazados por los abultados camiones militares llenos de tropas, que sin conocer su destino, emprendían un viajes del que ignoraban si existía algún retorno.

Los hermosos campos verdes, adornados de flores y animales, fueron invadidos por jeringas escondidas entre la tierra y el lodo, con la intención de encontrar sangre de la cual teñir sus prados; las estaciones policíacas y militares se cubrían de grandes lienzos de color negro, como si desearan esconderse en el oscuro cielo nocturno y perderse junto a las constelaciones más alejadas del espacio para nunca ser encontradas, los militares y policías desplegados en los poblados y zonas rurales fueron saludados por el terror y el dolor, pues en ellos vive una luz de esperanza que es asfixiada con cada casquillo se rebota en el suelo, los vehículos militares y quiénes los conducen temen al silencio de las vías, pues en ellas se esconden quienes los persiguen, el sonidos de las gotas de lluvia disfraza el repicar de las balas y la noche es acompañada por estrellas fugaces con sonidos de ráfagas, mientras que los civiles y habitantes de esta zona son testigos de cómo El Catatumbo es consumido por las llamas de la maldad.

Llegó el mes de noviembre, y todo apuntaba a qué las fiestas debían ser canceladas, pues el municipio había sido hogar de un ataque no hacía más de un mes, además, por internet rodaban los videos e imágenes del combatientes tendidos en el suelo, alcanzados por los estallidos de la pólvora e inertes, El Ejército Nacional había reportado la baja de una gran de sus soldados a manos del francotiradores y ataques del ELN mientras cumplían sus labores por la patria; pero el pueblo necesitaba un momento de alegría entre tanto dolor, es así que llega el día en Convención consagraba otro año más en la historia de su sueño panelero y gloria.

El sol iluminó las calles aquel día, dando la bienvenida a sus habitantes, quiénes se habían levantado con la noticia de 3 homicidios ocurridos en menos de 48 horas en la región, que no fueron impedimento para ir a celebrar con familia; cayó la noche junto la música, júbilo y folclore que se había apoderado del espíritu de los convencionistas mientras que las fuerzas armadas hacían presencia en el lugar para salvaguardar la vida de quiénes disfrutaban.

Entre más alto de posicionada la luna en el firmamento, más fuerte se escuchaba el chocar de los zapatos contra el suelo de quiénes danzaban al ritmo de las melodías, de repente las nubes se ciñeron en cielo nocturno, algo estaba por suceder. El clímax de la fiesta llegó y quiénes gozaban de ello olvidaron la penumbra que se había cernido en la región.

Mientras tanto, la estación de policía, ubicada a una cuadra del parque principal donde ocurría el festejo, se escuchó el resonar de un teléfono, una voz fría como si la muerte misma hubiera llamado habló, reportando el robo de una motocicleta en la calle contigua donde ocurría todo el alboroto festivo; dos agentes emprendieron camino para abordar el percance. Sicarios los abordaron en el sitio indicado en la llamada y el sonido de los disparos al ritmo de la música no se hizo esperar, el bailoteo se detuvo en un silencio sepulcral, dondeal lado, yacía el cuerpo del patrullero Duván de Jesús Perdomo Aguilar, en medio de la calle, donde fue encontrado por sus compañeros de oficio; Convención fue invadido por una sombra y un sentimiento desolador que fue interrumpido por el grito y bullicio del conglomerado al ver tal tragedia en pleno corazón del municipio; por unos instantes, el mundo se detuvo, y Colombia fue capaz de viajar al pasado en las décadas de los 80’s y 90’s, reviviendo los recuerdos de dolor que dejó Pablo Escobar y su ‘Plan Pistola’ que acabo con la vida de cientos de oficiales y patrulleros, y que ahora, cobraba una nueva vida.

Lorena Gómez, esposa de la víctima realizó un video donde hacía un llamado al Gobierno Nacional y al alcalde del municipio pedía justicia por la vida de Duván de Jesús: “Me llamaron a las 4 de la madrugada a decirme que habían matado a mi esposo”.

En el ataque también fue herido Ánderson David Sánchez, quién fue el acompañante de Perdomo. Una vez más, la violencia y la inhumanidad dicen presente en un festival de combates y atentados que desde Julio ha cobrado la vida de militares y agentes por igual, que no hacían más que servir a la comunidad, siendo un efecto del abandono de El Catatumbo y sus habitantes por parte del gobierno, dejando una mancha más en la historia de una bandera que ha sido mancillada por la sangre, dolor y tristeza de un pueblo trabajador que desea paz.

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