Por: Sebastián Granados Silva
Por primera vez en la audiencia de la JEP los lobos reconocen sus crímenes en el 2008 de manera pública.
Me entristece saber la cruda realidad que miles de madres han vivido engañadas, con temor y miedo ante las muertes de sus hijos por el festín de los lobos feroces, un dolor que ha perdurado por varios años en el tiempo, Sin embargo, es grato saber que las progenitoras se sienten más empoderadas por medio de las expresiones artísticas como bordados, pinturas y algunos tatuajes de la JEP. Una posición fundamental es el nombre del alfa quien dio la orden sobre la verdad tras los poderosos, todos necesitamos el nombre de quien dio la orden a la manada de bestias de sangre fría.
Entre lágrimas de madres que han velado por sus hijos y por sus nietos, como una oveja que separa de su rebaño las lágrimas de una madre que guarda un dolor tan grande por perder a su hijo amado, no tiene comparación.
Es imposible medir la angustia de esos seres queridos en especial por la pérdida de un hijo, todas las madres quieren partir antes. Pero la fuerza de las madres las impulsa a seguir avanzando por eso “levántate una y otra vez hasta que los corderos se conviertan en leones”.
Ríos de sangre joven, dejaron las mordeduras de estas bestias, entre palabras vacías afirmando que el dinero recibido por esos actos fue por sangre.
Sin embargo esta revelación y golpes de pecho se cometieron después de cierto tiempo, como dice el dicho “las palabras se las lleva el viento”, pues para las madres es casi imposible conceder el perdón. Perder un hijo es como perder la luz en el camino para una madre.
Lobos con piel de oveja que esperan el momento adecuado para atacar los llamaría, en las fauces del lobo uno de los momentos más esperados por todos fue la contraparte de la reunión de Amado, líder de la manada una oveja arrepentida con el rabo entre las patas. Entre la tempestad de nombres, cargos, y brigadas es de resaltar el momento importante donde la bestia abre sus grandes colmillos afirmando que los que perdieron la vida en los falsos combates, nunca fueron tal cosa.
Sin embargo, para cerrar con broche de oro, contarles que las madres exigían un nombre entre los aullidos de aquella manada. Demandaban el nombre del alfa el de la “mano firme y corazón grande” como lo conocen. Entre regañadientes el lobo no reveló ese dato. Dejando un agridulce en todos los pechos de ese momento.